Habrá que matar –dijo don Francisco de Quevedo–. Y puede que mucho. –Sólo tengo dos manos –respondió Alatriste. –Cuatro –apunté yo. El capitán no apartaba los ojos de la jarra de vino. Don Francisco se ajustó los espejuelos y me miró reflexivo, antes de volverse hacia el hombre sentado junto a una mesa al otro extremo, en un rincón discreto de la hostería. Ya estaba allí cuando llegamos, y nuestro amigo el poeta lo había llamado micer Olmedilla, sin presentaciones ni detalles, salvo que al cabo añadió la palabra contador:el contador Olmedilla.
Era hombre pequeño, flaco, calvo y muy pálido. Su aspecto resultaba tímido, ratonil, pese a la indumentaria negra y al bigotito curvado en las puntas rematando una barba corta y rala. Tenía manchas de tinta en los dedos: parecía un leguleyo, o un funcionario que viviera a la luz de las velas, entre legajos y papeles.Ahora lo vimos asentir prudente a la pregunta muda que le hacía don Francisco. –El negocio tiene dos partes –confirmó Quevedo al capitán–. En la primera, lo asistiréis en ciertas gestiones –indicó al hombrecillo, que se mantenía impasible ante nuestro escrutinio–... Para la segunda, podréis reclutar la gente necesaria. –La gente necesaria cobra una señal por adelantado.
Agradecimiento a: ermakysevilla
Audio: Español - Duración: 46 min
Todos los capítulos
Rerefencias
http://bloggerismo.blogspot.com/2011/05/arturo-perez-reverte.html
http://www.ivoox.com/oro-del-rey-arturo-perez-reverte-2-audios-mp3_rf_581056_1.html
0 comentarios :
Publicar un comentario
Hola! soy José V. Gracias por dejar tu comentario. Si te agrado este articulo, no olvides suscribirte a la página Aquí